Promesa de seducción by Maisey Yates

Promesa de seducción by Maisey Yates

autor:Maisey Yates
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2017-04-10T22:00:00+00:00


Capítulo 8

ZARA se despertó sintiéndose diferente, pero tardó un momento en entender por qué. Tal vez porque, aunque se había despertado en la habitación de Andres, él no estaba a su lado. Las sábanas estaban frías, de modo que debía de haberse marchado horas antes.

Se sentó, sujetando la sábana contra su pecho, y cuando miró por la ventana vio que el sol estaba alto en el límpido cielo de diciembre. Se levantó para mirar el paisaje cubierto de nieve, la luz del sol iluminaba el inmaculado manto blanco. Era tarde, pero no sabía qué hora.

Se habían ido del almuerzo el día anterior… y luego ocurrió lo que ocurrió. Habían vuelto a la habitación, se habían bañado juntos, y todo lo demás. Hasta que por fin se quedaron dormidos. En algún momento estaba segura de que había aceptado casarse con él. Miró su mano y vio que seguía llevando el anillo. Sí, definitivamente le había dicho que sí.

Y, aparentemente, llevaba doce horas durmiendo.

Suspirando, volvió a tenderse en la cama. Justo en ese momento se abrió la puerta de la habitación y se apresuró a cubrir su cuerpo desnudo.

–Ah, qué bien –Andres cerró la puerta–. Estás despierta.

–Apenas.

–Tenemos que ir a un sitio.

–¿Qué? –Zara se levantó bruscamente–. ¿Por qué no me lo habías dicho?

–Porque acabo de enterarme y porque estaba dormida.

–Supuse que tu agenda estaría más ordenada.

Él negó con la cabeza.

–Lamentablemente, no es así. Yo no vivo en el palacio.

Eso la sorprendió. Había pensado que vivía allí. Claro que nunca habían hablado de ello.

–¿No vives aquí?

–No, tengo casa en algunas de las ciudades más importantes del mundo. Intento evitar vivir bajo el mismo techo que mi hermano.

–Entonces, ¿no viviremos aquí?

–No, a menos que sea muy importante para ti.

Zara negó con la cabeza.

–No, yo… ¿en qué ciudades tienes casa?

–En París, Londres y Nueva York.

–Me gustaría vivir en ellas. En todas ellas.

–Entonces lo haremos.

Zara sonrió. Por primera vez, la idea de casarse con él la hacía realmente feliz.

–Veo que te gusta la idea –Andres esbozó una sonrisa.

Parecía contento de que ella lo estuviera y eso la halagó. Tenía la impresión de que el sexo volvía loca a la gente y ella debía de estar sufriendo sus efectos. Había hablado con sinceridad de todo lo que sabía sobre el tema porque, por supuesto, sabía que tenía lugar en el campamento. Las caravanas no estaban precisamente insonorizadas.

Pero nunca había sentido algo así por un hombre, de modo que le resultaba extraño.

–Nunca he ido a ningún sitio. Nunca, en toda mi vida. Venir a Petras fue mi primer viaje y desde que llegué aquí no he salido del palacio.

–Pues hoy saldrás.

–Veo que lo tienes todo planeado. Estaría bien que compartieses tus planes conmigo.

–Vamos a ver una obra de teatro navideña.

Zara lo miró, perpleja. Era lo último que esperaba que dijese.

–¿En serio?

–Varios colegios locales organizan una obra navideña todos los años. Kairos y Tabitha no pueden acudir y alguien de la familia real tiene que estar allí.

–Entonces iremos nosotros.

Era parte de la familia real de Petras. Parte de una familia.



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